Hay infancias que no caben en una sola casilla, peques que lo quieren probar todo.
Que hoy quieren ser astronautas y mañana panaderos. Que pasan de la pintura al ajedrez, del piano a los dinosaurios, del kárate al teatro como el que no quiere la cosa.
Y mientras los adultos les dicen “elige”, “concéntrate”, “decídete ya”, ellos solo quieren seguir explorando.
Este artículo está escrito para madres, padres, profes y adultos varios que se han hecho preguntas como:
— ¿Y si mi hija no es indecisa, sino curiosa?
— ¿Y si mi alumno no tiene déficit de atención, sino exceso de intereses?
— ¿Y si en lugar de decirle que se centre, le ayudo a diversificar con cabeza?
A lo mejor estás conviviendo con una infancia multipotencial sin saberlo. Y no, esto no va de etiquetas, ni de diagnosticar a nadie.
Va de comprender, de acompañar sin frenar, de ofrecer espacios donde la diversidad de intereses no se vea como un problema, sino como un regalo.
Porque una mente que parece dispersa a veces solo está entrenando para ver el mundo desde mil ángulos distintos.
Y eso, con el entorno adecuado, puede convertirse en una de sus mayores fortalezas.
Aquí te contamos cómo detectarlo, cómo entenderlo y cómo nutrir esa capacidad infinita de ser muchas cosas a la vez.
Sin prisas. Sin cajones. Y sin apagar la chispa.
¿Qué es una infancia multipotencial?
En 1972 el psicólogo americano Ronald H. Fredrickson ¹ definió a las personas multipotenciales como aquellas que “cuando se les proporciona un entorno apropiado, pueden seleccionar y desarrollar una serie de competencias a un alto nivel«.
Es decir, con menos rollo, que son capaces de ser buenas en diferentes áreas si se les da la oportunidad.
En los peques, esto se manifiesta como una curiosidad incansable, transversal y difícil de encasillar. Una infancia en la que aprender no es una obligación, sino una necesidad constante. No hay un “tema favorito” que dure mucho, porque en cuanto se explora uno, ya hay otro esperando su turno (esto no cambia con la edad).
Por el momento, la multipotencialidad no es un diagnóstico ni una categoría oficial dentro de los manuales clínicos. Es un concepto que nace del ámbito educativo y de la psicología del desarrollo, y que ha sido explorado por autores como Barbara Sher o Emilie Wapnick para describir a aquellas personas que muestran una capacidad y deseo de desarrollarse en varios campos aparentemente inconexos.
Se suele pensar que solo se da en personas con altas capacidades, pero es una creencia que viene dada por el campo en el que se han desarrollado los estudios. En realidad, no es tanto una cuestión de rendimiento como de amplitud.
Cuando una persona multipotencial crece en un entorno que no la comprende, puede aprender a esconder esa parte de sí misma. A reducirse. A dejar de explorar por miedo a no encajar.
Por eso es tan importante poder detectar este tipo de perfil desde las primeras etapas. No para encasillar a la criatura con otra etiqueta, sino para ofrecerle un espacio donde ser muchas cosas esté permitido.
No somos psicólogas (pero tenemos experiencia de primera mano)
Este es un disclaimer que queremos hacer desde el principio.
Sara y Belén (nosotras) no somos psicólogas ni docentes. Somos multipotenciales adultas que un día fueron niñas con cerebros a toda mecha, listas infinitas de intereses y una sensación constante de que algo no encajaba, pero no sabíamos el qué.
Hoy trabajamos como copywriters, pero también hemos sido muchas otras cosas. Y a lo largo del camino, nos hemos topado con otras personas como nosotras, hemos leído libros que nos pusieron nombre, y hemos visto (una y otra vez) cómo se repite esta historia en peques que crecen sin entender por qué no son “como los demás”.
Este artículo no viene con bata blanca ni aval universitario. Viene con mochilas llenas de diarios, cuadernos, intentos, abandonos y reinvenciones.
¿Por qué hablamos de infancias en plural?
Porque no hay una sola manera de ser multipotencial, ni una única forma de vivir la infancia.
Y aunque hemos detectado algunos rasgos en común, cada infancia es única, y el modo en que su multipotencialidad se expresa depende muchísimo del entorno.
- Una familia que fomenta la curiosidad puede ser un pilar de autoestima.
- Un colegio que exige definición constante puede convertirse en una fuente de frustración.
- Un adulto que “lo pilla” puede marcar la diferencia entre un niño que se desarrolla al máximo y otro que se encierra.
Por eso hablamos de infancias, en plural.
Porque hay tantas formas de vivirlas como peques con cerebros inquietos.
Y si queremos acompañarlas bien, no podemos partir de una única definición, sino de la escucha, la observación y la flexibilidad.
Las etapas del desarrollo multipotencial
La multipotencialidad no aparece de golpe un día al cumplir los 30 con una crisis existencial y un Excel lleno de cursos abandonados. Está ahí desde el principio, aunque muchas veces se disfraza de entusiasmo, hiperactividad, “falta de foco” o “curiosidad excesiva” (sí, eso lo hemos tenido que oír muchas veces… ¡Haces demasiadas preguntas!).
Vamos a hacer un pequeño recorrido por las etapas clave en las que la multipotencialidad puede asomarse… o esconderse bajo capas de “normalidad”.
Preescolar y primaria: el paraíso del descubrimiento
Esta es la edad dorada de la exploración. Aquí se puede cambiar de opinión cada cinco minutos y nadie se lleva las manos a la cabeza.
De hecho, la curiosidad está socialmente aceptada, incluso premiada. Si una criatura dice que quiere ser inventora, bióloga marina, poeta, paleontóloga y astronauta, todo el mundo sonríe con ternura (ay, qué monooooo).
Pero ojo, porque precisamente esa tolerancia al cambio es lo que hace más difícil detectar la multipotencialidad. Porque todos los niños exploran, ¿no? Bueno, sí… pero no todos lo hacen con la misma intensidad, ni con el mismo ansia de profundidad y conexión entre temas.
Señales sutiles que pueden pasar desapercibidas:
- Cambian de interés rápido, sí, pero cuando algo les gusta de verdad pierden la noción del tiempo.
- Juegan combinando mundos: mezclan ciencia con cuentos, matemáticas con arte, realidad con fantasía.
- Hacen preguntas nivel Wikipedia en modo experto.
- Pueden parecer caóticos desde fuera, pero tienen una lógica interna que tú no pillas (hasta que te explican su sistema y te explota la cabeza).
- Aprenden muy, muy, muy rápido y muchas veces de manera autónoma.
En esta etapa, el juego libre es clave. Porque es ahí donde muchas veces muestran esa capacidad de mezclar, inventar y explorar sin límites.
¿El reto? No empezar a encauzar demasiado pronto.
Porque si empezamos a decirles cosas como “ya es hora de elegir una actividad”, el freno de mano mental empieza a aparecer.
Secundaria y Bachillerato: empiezan las primeras decisiones difíciles
Y aquí… Empieza el dramita de verdad 😱
La exploración deja de ser adorable y empieza a verse como una falta de madurez.
- “Tienes que ir pensando qué vas a estudiar.”
- “Eso de probar tantas cosas te va a despistar.”
- “No puedes hacer de todo.”
Aparece la presión por elegir un camino, definir una identidad, especializarse. A un multipotencial, eso puede parecerle como tener que amputarse el 80% del cerebro.
Es también una etapa en la que pueden surgir los primeros bloqueos:
- Se frenan por miedo a no hacerlo “bien”.
- Abandonan cosas que les gustan para parecer más centrados.
- Sienten que no encajan ni con quienes lo tienen clarísimo, ni con quienes no quieren nada.
En muchos casos, intentan encajar forzándose a elegir “lo que parece más útil” o más fácil, aunque por dentro sientan que están renunciando a lo que quieren.
Aquí el papel de los adultos que acompañan sin presionar es más importante que nunca. Porque esta es la edad en la que empiezan a creerse que ser muchas cosas no es válido.
Universidad: la gran crisis de identidad
Vale, sabemos que no es parte de la infancia, pero siguen estando en los primeros años de su vida y merece mención especial porque es aquí donde la multipotencialidad mal acompañada explota por todo lo alto.
Llega la elección de carrera. Una sola. Una.
Como si eso definiera todo tu futuro, tu identidad y tus posibilidades de ser alguien decente en la vida.
El multipotencial que llega aquí sin saber quién es ni qué quiere (porque nunca se le permitió explorar de verdad) entra en modo colapso existencial.
El que llega sabiendo lo que le gusta… pero no encaja en ninguna carrera, también.
Aquí se dan situaciones como:
- Cambiar de carrera dos, tres, cinco veces.
- Sentirse fuera de lugar incluso haciendo algo que “se le da bien”.
- Empezar proyectos paralelos para calmar la sed de variedad que la carrera no ofrece.
- En el mejor de los casos: eligen una carrera multidisciplinar sabiendo que en el futuro podrán hacer más cosas y su carrera no los define (esto son la minoría).
En este momento es donde empiezan a nombrar lo que les pasa, a buscar respuestas y a construir una identidad más auténtica.
Así que si eres madre, padre, tía, profe o persona cercana a alguien en esta etapa, no te asustes si parece que está más perdido que un calcetín en una mudanza. Puede que esté empezando a encontrarse de verdad. Solo que su camino no es lineal. Nunca lo fue.
Cómo detectar a un peque multipotencial
A veces es facilísimo: proyectos a medio hacer por toda la casa, conversaciones sobre mil temas distintos en un mismo desayuno, y preguntas que te hacen plantearte si deberías repasar los apuntes de filosofía del insti antes de responder…
Y otras veces, pasa totalmente desapercibida. Porque hay peques que aprenden muy pronto que para encajar, mejor no destacar tanto y como la capacidad de adaptación es uno de nuestros fuertes podemos disimular muy bien.
Por eso detectar a una infancia multipotencial no es cuestión de hacer un test ni buscar el gen “niño renacentista”. Es más bien un ejercicio de observación, escucha y contexto (nos gustaría que fuera más fácil, pero… )
Señales más frecuentes (con excepciones, claro)
Cada peque es un mundo. Pero hay ciertos patrones que se repiten cuando estamos delante de una mente multipotencial:
- Curiosidad insaciable: No preguntan el porqué de una cosa… preguntan cinco porqués encadenados hasta llegar a los límites de tu conocimiento (y muchas veces, de tu paciencia 🫠)
- Facilidad de aprendizaje: Las personas multipotenciales tienen una gran capacidad de aprender y de síntesis, por eso los peques pillan los conceptos con rapidez, y muchas veces sin ayuda externa.
- Buenos estudiantes (aunque no siempre): Normalmente los peques multipotenciales suelen sacar buenas notas y ser buenos alumnos porque les gusta aprender (muchos acabarán siendo los empollones de la clase). Pero esto no siempre es así. Si el entorno no es lo suficientemente estimulante, no tienen actividades fuera de lo académico o se suman otras circunstancias (TDAH, altas capacidades, bullying…) también pueden presentar una actitud de desconexión o “aburrimiento”.
- Adaptabilidad a diferentes ambientes y estilos de enseñanza: La plasticidad y adaptación son dos de las características predominantes de la multipotencialidad. Por eso las infancias multipotenciales pueden entender diferentes sistemas educativos, distintas maneras de enseñar o de plantear un problema, aunque no siempre estén a gusto.
- Intereses diversos y cambiantes: Un día se obsesionan con los animales y al siguiente están construyendo una radio con materiales reciclados, desmontando un juguete o creando una casa para los muñecos con cajas de cartón. ¡Imaginación al poder!
- Sensibilidad y empatía: La capacidad de aprender, la curiosidad y la facilidad para unir temas inconexos, les da a los peques multipotenciales la disposición de entender las emociones de los demás con una intensidad sorprendente, lo que a veces les sobrecarga sin saber cómo gestionarlo (esto es un melón, porque suelen ser muy sensibles y pasarlo mal).
- Madurez emocional en algunos aspectos: Pueden tener conversaciones profundas sobre temas que, en teoría, “no son de su edad”. Muchas veces les va a parecer más interesante hablar con un adulto que con los otros peques.
- Sensación de “cerebro que no para”: su mente parece estar siempre en algo, incluso cuando están callados (o especialmente cuando están callados… Aunque cuando un peque está callado… ¡Peligro! Sea o no sea multi).
¿Significa esto que si un niño no cumple todos estos puntos, no es multipotencial? En absoluto.
Esto no son los diez mandamientos. Es una lista de pistas que hemos ido recopilando a través de la observación.
El arte de camuflarse: cuando el niño se adapta demasiado bien
Como hemos dicho, una de las características de las personas multipotenciales es la capacidad de adaptación, pero esta tiene un lado oscuro: que nos permite escondernos.
Hay peques que, por personalidad, por entorno o por pura supervivencia, aprenden a encajar bajando el volumen de su curiosidad.
- No preguntan tanto para no incomodar.
- No cambian tanto de interés para no parecer “inconstantes”.
- No muestran todo lo que saben porque tienen miedo de que se rían de ellos.
Son los niños y niñas que se adaptan tan bien, que pasan desapercibidos. Que no molestan. Que no destacan. Que cumplen con lo que se espera… a costa de apagar parte de lo que son.
Y desde fuera, parecen simplemente “normales”. Niños buenos. Tranquilos.
Pero por dentro, puede que estén reprimiendo un mundo entero de ideas, conexiones y pasiones.
¿Cómo podemos detectarlo?
- Observando qué les interesa cuando nadie los está observando.
- Viendo qué hacen con libertad total.
- Escuchando entre líneas cuando hablan de lo que “les da miedo que piensen los demás”.
- Detectando pequeñas pistas de insatisfacción, aburrimiento o ganas contenidas.
Porque a veces la multipotencialidad no se nota por exceso de entusiasmo, sino por todo lo contrario, (“es que a la niña no le gusta hacer nada… No tiene hobbies…”)
¿Neurodivergencia o simplemente multipotencialidad?
Y aquí venimos con otro de los grandes melones y uno con los que nos parece más importante no frivolizar.
“Es que no para.”
“No termina nada.”
“Parece que siempre está en otro mundo.”
Frases como estas han acompañado a muchas infancias multipotenciales… y también a muchas personas neurodivergentes. Por eso, no es raro que se confundan.
A día de hoy la multipotencialidad no es una condición clínica ni un trastorno o neurodivergencia. No hay ningún estudio psicológico, neurológico ni de ningún tipo que lo avale, y por lo tanto, no podemos afirmar tal cosa.
¿Que compartimos comportamientos con perfiles como el TDAH, TEA o las altas capacidades? Pues sí:
- Curiosidad intensa.
- Pensamiento no lineal.
- Hiperenfoque temporal.
- Sensibilidad sensorial o emocional…
Entonces, ¿cómo diferenciarlos?
No se trata de poner etiquetas a lo loco, sino de observar sin patologizar. La multipotencialidad, en sí misma, no supone una barrera para la autonomía ni para el aprendizaje (al contrario), aunque puede generar frustración en entornos rígidos.
Dicho esto: también existen personas multipotenciales que son neurodivergentes. Ambas realidades pueden coexistir y, de hecho, dentro de las altas capacidades se da un porcentaje alto de multipotencialidad.
Por eso, más que buscar el “qué es exactamente”, lo importante es ofrecer acompañamiento respetuoso y adaptado a cada forma de estar en el mundo
Ya sabemos que esto suena a “mundo de la piruleta” pero podemos hacer pequeñas cosas que aporten en su desarrollo.
Cómo acompañar y nutrir su multipotencialidad
No hace falta convertir a tu peque en un genio precoz ni apuntarle a quince extraescolares. Acompañar una infancia multipotencial no va de hacer más, sino de hacer espacio: para probar, equivocarse, cambiar de idea y descubrir qué les gusta (hoy, mañana o dentro de seis meses).
Fomentar la exploración (sin exigir la excelencia)
Explorar no es lo mismo que destacar. No hace falta que toquen el violín como Paganini (¿era violinista, o nos la estamos colando?) ni que programen como en Silicon Valley. Déjales probar sin la presión de hacerlo “bien”. Lo importante no es el resultado, es el camino: ese en el que aprenden, juegan, se frustran, se aburren, se rinden y vuelven a empezar.
Ayudarles a convivir con la duda (y no precipitar decisiones)
A veces sabrán lo que quieren. Otras veces no. Y está bien. No necesitan elegir una sola cosa, ni tenerlo todo claro antes de cumplir 16. Acompaña sus dudas con calma, valida su incertidumbre y evita frases como “tienes que decidirte ya”. Ser multipotencial también es aprender a vivir en el “no lo sé, pero voy a probar”.
Dar espacio al aburrimiento y al autoaprendizaje
El aburrimiento no es el enemigo. Es el terreno fértil donde brotan ideas inesperadas, intereses nuevos y proyectos rarísimos. No hace falta rellenar cada hora libre con actividades estructuradas. Muchas veces, lo mejor que puedes hacer es dejarles suelto el cerebro y observar qué construyen con él.
Escuelas, profes y otros adultos que marcan la diferencia
No hace falta que el sistema cambie por completo (aunque tampoco nos quejaríamos).
Los profes tienen un papel muy importante (y bastantes marrones encima, no nos vamos a engañar). Pero, haciendo y contestando más preguntas, permitiendo combinar asignaturas en sus proyectos, pueden ayudar mucho. Es importante que vean en la curiosidad un motor y no una distracción. La clave es simple: escuchar sin juzgar y permitir sin limitar.
Recursos y bibliografía para saber más
Recomendar lecturas sobre multipotencialidad es un poco difícil. Hay poca literatura y la que encontramos está en su mayoría en inglés. Aunque hemos encontrado algunos libros en español que recopilamos en nuestra sección “Materiales”
Aquí te dejamos los más importante junto a una lista de artículos científicos para que puedas ver de dónde sacamos todo el rollo que te acabamos de soltar.
- John Watson Murray Rothney, Ronald H. Fredrickson Recognizing and assisting multipotential youth. Merrill., Columbus, Ohio, 1972
- Fisher, Tamara «Multipotentiality – Unwrapping the Gifted». Education Week Teacher. February 2013.
- Rysiew, K. J., Shore, B. M., & Carson, A. D. (1994). Multipotentiality and overchoice syndrome. Gifted and Talented International, 9, 41-46.
- Maryna Petrivna Prepotenska, Vania Angelova. Interview with Vania Angelova. Philosophy of Education. Vol. 26 No. 1 (2020)
- Sher, Barbara, Refuse to Choose!. 2007. Harmony.
- Wapnick, Emilie. How to Be Everything. 2018. HarperOne.
- Epstein, David, Amplitud. 2020. Empresa Activa.
Conclusión: de peques raros a adultos creativos
Muchas personas adultas multipotenciales crecieron con la sensación de ser “raras”, de no encajar, de cambiar demasiado de idea o de no tener claro “qué iban a ser de mayores”. Y ahora, sin embargo, están construyendo vidas en las que combinan intereses, cambian de rumbo y entre proyectos sin perder el norte.
No porque alguien les diera una fórmula mágica, sino porque en algún momento entendieron que no había nada que arreglar.
Acompañar a una infancia multipotencial no es encauzarla. Es respetar su ritmo, su forma de aprender y su necesidad de explorar. Con un entorno que no aplaste la curiosidad ni exija definiciones precoces, lo que hoy parece “inconstancia” puede convertirse en una capacidad de adaptación y creatividad enorme.
Y no, no hace falta convertir a estos peques en genios. Basta con dejarles ser. Porque cuando eso ocurre, crecen con más seguridad, más claridad y menos culpa.
Y eso ya es muchísimo.
