Hasta ahora, el mundo laboral se ha parecido a una partida de ajedrez: elegías tu pieza (médico, abogada, ingeniera, profe…) y hacías movimientos predecibles. Especializarse consistía en seguir las reglas de juego y cuanto más expertos en una sola cosa, mejor.
Y, oye, tiene sentido: en la economía del conocimiento dominar a tope una disciplina es una muy buena estrategia.
Pero el juego está evolucionando.
La inteligencia artificial está cambiando no sólo aquello a lo que nos dedicamos, sino también cómo valoramos el talento humano. Las tareas más técnicas, repetitivas e incluso muchas consideradas creativas están siendo automatizadas.
Entonces, ¿qué pasa con quienes nunca llegamos a encajar del todo en esa lógica de experto? ¿Qué pasa con los multipotenciales?
Pues ahí va un adelanto: lo que antes era visto como una debilidad, ahora podría convertirse en una ventaja.
No, la IA no viene a reemplazarte (pero sí a darle un meneo al tablero)
La IA no «quiere» quitarte el trabajo ni tiene voluntad propia (¡de momento!). Pero está transformando todo el panorama, ¡y muy rápido!
Hay profesiones enteras que desaparecerán, otras ya están surgiendo y, la mayoría, se están viendo obligadas a evolucionar y transformarse.
¿Es la IA una amenaza?
Bueno, no necesariamente.
También puede ser un trampolín hacia escenarios diferentes. Automatiza muchas tareas dejando más espacio a lo que, de verdad, no se puede delegar: el pensamiento estratégico y lateral, la creatividad humana, la empatía y las miradas integradoras.
Es aquí donde los multipotenciales estamos bien entrenados de fábrica:
Navegamos bien cierta ambigüedad, no nos resulta complicado traducir ideas entre disciplinas y nos pirra conectar puntos -aparentemente- lejanos.
Como citó el sociólogo Alvin Toffler, “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”.
La IA potencia algunas de nuestras capacidades, sí. Pero necesita el criterio humano. Hay que darle dirección y contexto.
Un diseñador puede usar la IA para crear 10 bocetos en minutos, pero sin sensibilidad estética y visión, no hay diseño que funcione.
Además, como nos recuerda Tim Harford en Messy: The Power of Disorder to Transform Our Lives, no todo lo ultra eficiente es deseable. Muchas veces, la innovación surge del error, de lo desordenado, de lo que no se espera.
Justo el terreno donde los multis, tan dados a curiosear y experimentar como somos, tenemos muchas posibilidades de destacar.
Aprende a hacer buenas preguntas
Hoy, la información está al alcance de todos. En los últimos años lo difícil ha consistido en diferenciar el grano de la paja. ¿Qué info es relevante y cuál no?
Con la IA este escenario evoluciona. El reto está en saber qué buscar, qué preguntar y qué hacer con las respuestas.
Y en eso, los multis tenemos varias fortalezas naturales: tenemos facilidad para conectar ideas, ver patrones, hacernos preguntas originales y aprender de forma rápida.
Porque sí, ahora más que nunca, el aprendizaje es iterativo y estratégico. No se trata de saberlo todo de forma experta, sino de:
- Tener en mente qué quieres lograr de la IA.
- Saber cómo contextualizar la información y formularle buenas preguntas.
- Analizar las respuestas con criterio, intuición y pensamiento crítico.
Quien ha usado herramientas como ChatGPT sabe que no es lo mismo pedir «hazme un resumen sobre la IA» que preguntar «¿qué dilemas éticos plantea el uso de IA generativa en la educación secundaria en Europa desde 2020?».
La calidad de la pregunta determina la calidad de la respuesta.
Y quienes estamos acostumbrados a hacer preguntas de forma natural — mentes inquietas, saltando de un tema a otro— tenemos facilidades.
Algunas claves para sacar lo mejor de esta dinámica:
- Cuestiona siempre las fuentes: ¿quién lo dice?, ¿con qué datos?
- Contrasta herramientas: no te quedes con una sola versión.
- Pregúntate qué está quedando fuera del radar: sesgos, vacíos, ángulos no explorados.
Sin criterio, solo seremos loritos repetidores. Las personas con múltiples intereses no solo consumimos información, también disfrutamos mezclándola, reinventándola o cuestionándola. En este nuevo escenario, estas habilidades son un puntazo.
La IA es tu mejor laboratorio personal de curiosidades
Desde siempre, esa forma que tenemos los multipotenciales de movernos por el conocimiento y las diferentes disciplinas parecía caótica y nada eficiente.
Pero la expansión de la IA viene a normalizar el saltar entre temas o curiosear por puro placer.
A nuestro parecer, puede convertirse en una cómplice creativa. Ahora, más que renunciar a tus varios intereses, puedes explorarlos con más profundidad, amplitud y sin invertir ingentes cantidades de tu tiempo.
Aquí van algunas formas en las creemos que la IA puede potenciar nuestro mundo multipotencial:
- La obvia: Generar ideas: lluvias de ideas, primeros bocetos de proyectos, investigar intereses, miles de cuestiones profesionales.
- La divertida: Para explorar a lo loco: ¿te interesa la tecnología, pero también la mitología? Deja que la IA te ayude a encontrar puntos de cruce inesperados.
- La útil: Automatizar lo rutinario: transcripciones, resúmenes, autorizaciones genéricas, plantillas, ese libro que quieres curiosear pero no leer en profundidad… ¿Sabes la cantidad de tiempo que te puede liberar si la usas con cabeza? Tiempo que puedes emplear en ti y tus proyectos.
- La hecha a medida: GPTs personalizados: ya es posible para cualquiera configurar asistentes virtuales entrenados en cualquiera de tus intereses para ayudarte a aprender mejor o trabajar mejor. Desde un profesor de ruso de nivel intermedio, hasta un creador de fórmulas de Excel o un redactor de contratos. El cielo es el límite, en serio.
- La futurista: Simulaciones de escenarios, no solo para científicos: ideal para jugar a crear hipótesis y ver qué escenarios interesantes (o loquísimos) no se te han ocurrido. Por ejemplo: ¿Y si utilizo la IA para diseñar menús de restaurantes para minimizar residuos?; o Diseña un festival de arte en el que todas las obras combinan ciencia y naturaleza , ¿qué tipo de instalaciones habría?; o a lo mejor “¿Qué tipo de negocio podría crear alguien interesado en botánica, comunicación y tecnología?”
Explorar ya no es una rareza, puede ser un modo de expresión creativa.
Todo esto nos parece fascinante. Ahora bien, cuidado con tomarlo todo al pie de la letra (las IA son simplemente modelos predictivos). Como advierte Yuval Noah Harari en 21 lecciones para el siglo XXI, confiar ciegamente en la IA puede atrofiar nuestra capacidad de juicio.
Úsala como extensión de tu mente, no como reemplazo.
Rompiendo una lanza en favor de la inteligencia humana
Sí, la IA acelera tareas, ordena datos, resume información. Pero las ideas que realmente transforman el mundo no salen de un algoritmo: nacen del encuentro entre personas, de conversaciones inesperadas, de fricciones creativas entre miradas distintas.
El verdadero potencial no está en usar la IA en solitario, sino en tejer redes, donde cada persona aporta su visión única y la tecnología actúa como catalizador.
Porque, quizá, en un momento donde no podremos compararnos en productividad a la Inteligencia Artificial, el futuro no será del que más produzca, sino del que sepa colaborar, mezclar, escuchar y construir en red.
Ya lo vimos incluso antes del boom de la IA: durante la pandemia, colectivos de artistas, programadores, diseñadores y curiosos de todas partes se unieron en hackatones abiertos. De ahí surgieron respiradores low-cost, experiencias digitales de acompañamiento emocional y soluciones que jamás habrían nacido en solitario. Fue un ejemplo de inteligencia distribuida y creativa.
Ahí es donde las personas multipotenciales tenemos fortalezas naturales. Acostumbradas a combinar conocimientos, a lo multidisciplinar, a navegar la complejidad, a unir ideas o a empezar de cero, estamos especialmente bien posicionadas para actuar como conectores de mundos distintos o liderar esos espacios.
Joi Ito, exdirector del MIT Media Lab, lo dijo con claridad:
“En un mundo incierto, necesitamos menos mapas y más brújulas.”
En esta nueva era, las habilidades humanas no desaparecerán, pero sí evolucionarán. Y las personas que saben adaptarse, moverse entre mundos y navegar sin mapa probablemente tengan algo que decir.
En conclusión: si el contexto cambia, las posibilidades también
La inteligencia artificial no ha venido solo a optimizar tareas o hacer nuestro trabajo más rápido. Está redefiniendo cómo se crea valor, cómo se organiza el conocimiento y qué tipo de pensamiento es importante.
En ese nuevo tablero, los caminos lineales ya no son los únicos posibles (¡menos mal!). No estamos ante una simple actualización tecnológica. Es un cambio en toda regla.
Y, tal vez, tener una mente que nunca encajó del todo en estructuras fijas ya no sea visto como un defecto, sino una forma legítima (y útil) de navegar lo que se viene.
