¿Soy demasiado mayor para reinventarme?

¿Soy demasiado mayor para reinventarme?

Hay preguntas que no llegan precisamente cuando tienes 20 años y una mochila llena de planes. Llegan más tarde, cuando ya has hecho unas cuantas cosas y, aún así, sientes que te falta algo. 

¿No seré ya demasiado mayor para cambiar?

Nos vamos a atrever a decirte que probablemente, no, no lo eres. 

Así que, si estás en esa fase de “¿y si ahora hago algo completamente distinto?”, sigue leyendo.  Aquí no juzgamos los cambios: los celebramos.

Pero… ¿Qué significa realmente reinventarse?

Antes de entrar en pánico con la idea de reinventarse, vamos a ponerle un poco de luz (y humor) al asunto. Porque si te estás imaginando un cambio extremo, tipo vender todas tus cosas e irte a Bali a hacer cerámica con los pies, calma. 

Reinventarse no siempre es tan dramático, ni tan Instagram-friendly. Vamos a analizar esa idea y a ver qué hay realmente detrás de esa palabra tan sobada.

El mito de la reinvención y por qué los multipotenciales nunca empiezan de cero 

La palabra reinventarse suena potente, pero también un poco tramposa. Porque sugiere que hay que borrarse, casi hacerse de nuevo desde la nada. Y eso, sinceramente, no solo es agotador, también es falso.

¿A que no dices que la oruga que se convierte en mariposa se reinventa? Dices que se transforma. Porque, aunque la forma cambie por completo, la esencia sigue ahí. El proceso no niega lo anterior: lo integra y lo lleva a otra etapa.

Lo mismo pasa contigo.

Cuando das un giro a tu carrera, no te estás deshaciendo de lo que fuiste. Estás reorganizando tu propio puzzle. A veces añades una pieza nueva. Otras, recolocas una antigua que antes no sabías dónde iba. 

Pero no estás empezando desde cero: estás avanzando desde donde estás, con todo lo que ya sabes.

Y eso, precisamente, es lo que hace tan especial a una persona multipotencial: la capacidad de conectar puntos, de ver patrones entre mundos aparentemente distintos, de evolucionar sin traicionarse.

¿Y lo de la edad qué?

La edad es uno de esos filtros que se nos cuelan sin darnos cuenta. No porque el número duela, sino por lo que supuestamente debería significar. 

A los 30, deberías tener una carrera estable. A los 40, una dirección clara. A los 50, tranquilidad. ¿Y si no tienes nada de eso? ¿Y si, además, quieres empezar otra cosa completamente distinta?

¡Boom! Te cae encima un combo de juicio social, dudas internas y esa sensación de estar fuera de tiempo.

Pero la realidad es otra: quizá no estás llegando tarde a ningún sitio. 

Lo que nos dice la sociedad vs. lo que dice tu experiencia 

Vivimos en una cultura que ama las trayectorias rectas y predecibles. 

Estudia → trabaja → asciende → jubílate → ¡por fin! a ser feliz (¿?)

Y si a mitad de camino dices esto ya no me hace feliz, es como si rompieras el contrato invisible con el sistema. ¿Cambiar a los 40? ¿A los 50? ¡Herejía!

Pero he aquí la cuestión: ese guion que se espera de ti… muchas veces no funciona ni para quienes lo siguen. La estabilidad total no existe, las industrias evolucionan cada dos por tres, y las personas cambiamos más de lo que nos hicieron creer.

El diálogo interno: cómo no comerte la cabeza con el tema

Ahora algo serio: a veces el juicio más duro no viene de fuera, sino de dentro. Esa voz que se cuela en tu ducha, en tu café matutino y en tus búsquedas de Google a las 2 AM:

¿Y si esto no funciona?
¿Y si ya no estoy a tiempo?
¿Y si tiro por la borda todo lo que construí?

Tranquilidad, puede que solamente necesites un cambio de enfoque:

Piensa en tu CV, o tu historia de vida personal y profesional. Pero no como una lista de abandonos, sino como una sucesión de evoluciones. Ganaste perspectiva, herramientas y una brújula más afinada.

Cuanto más sentido tiene tu historia para ti, más sentido empieza a tener para los demás.

La sensación de quedarse atrás (y por qué es solo una ilusión óptica)

Una de las trampas más insidiosas al plantearte un cambio “tarde” es esa sensación de estar quedándote atrás. Como si el tren hubiera salido hace rato y tú estuvieras en la estación con la mochila abierta y los cordones sin atar.

Esa culpa —por no haber decidido antes, por no tener ya una “carrera hecha”, por sentir que estás reiniciando mientras los demás avanzan— es real. Y duele.

Pero ¿sabes qué? Esa sensación solo existe si aceptas la idea de que hay una única dirección válida, un único ritmo o un único destino.

La realidad es mucho más amplia: hay quien encuentra su vocación a los 19… y quien la construye a los 47 mezclando ilustración, biología marina y narrativa. Hay quien nunca cambia de trabajo y se siente atrapado. Y hay quien cambia diez veces y por fin se siente en casa.

Nadie va tarde, solo diferente. 

5 razones por las que SÍ deberías reinventarte, si te lo estás planteando 

A veces, si dudas tanto, es porque algo dentro de ti ya decidió. Dar un cambio a tu vida no es una locura que se te ocurre un martes por la noche; es el resultado de una acumulación de señales, incomodidades y llamadas internas que ya no puedes ignorar.

Aquí van cinco razones de peso (y de puro sentido común) para lanzarte si sientes que ese momento ha llegado.

1. Tienes más claro lo que no quieres (y eso vale oro) 

Quizá aún no puedes ponerle nombre a “lo que sí”, pero sabes de sobra qué cosas ya no tienen cabida en tu vida profesional: tareas repetitivas, jefes que no escuchan, proyectos sin alma, horarios que asfixian.

Esa claridad es una brújula muy potente. Saber lo que no quieres te ayuda a acotar opciones, enfocar energía y reconocer las señales de alerta antes de volver a meterte en lugares donde tu talento no encaja.

2. Puedes integrar todo lo que ya sabes 

Cada cambio que has hecho, cada etapa aparentemente inconexa, cada curso que empezaste “por si acaso”… todo eso es material integrable. 

Una persona multipotencial no tira conocimientos: los recicla, los adapta, los transforma y los integra . Y con los años, esa habilidad mejora. Sabes unir puntos más rápido y ver oportunidades justo porque tu camino no ha sido lineal.

3. Eres más resiliente y sabes cómo aprender 

Dar un giro a los 25 está bien. Hacerlo a los 40 o 50 es aún más poderoso, porque lo haces con perspectiva. Has cometido errores, has sobrevivido a decepciones, y sabes que no pasa nada por probar algo y que no funcione.

Además, tienes mejor criterio para elegir formaciones, aliados, ritmos. Aprendes más rápido y con más foco porque sabes qué te interesa de verdad y qué puedes saltarte sin culpa.

4. Las transiciones profesionales ya no son lineales (ni tienen que serlo) 

El mundo laboral está mutando, y cada vez más ámbitos necesitan perfiles versátiles, creativos o con mirada transversal. La especialización extrema ya no es el único camino válido: ahora se valora a quien puede conectar departamentos, ideas, lenguajes.

Si antes eras un “perfil raro”, hoy puedes ser una pieza importante dentro de cualquier equipo.

5. Porque si no lo haces, te apagas (y lo sabes) 

Y no estamos hablando de aburrimiento tipo “no me divierte mi trabajo”, sino de esa sensación existencial de estancamiento vital. Esa donde todo va bien en apariencia, pero tú por dentro ya estás en otra pantalla.

El aburrimiento sostenido en una persona multipotencial no solo apaga la motivación: deteriora la autoestima, la energía, las ganas de contribuir al mundo.

Cambiar es una manera de encenderte de nuevo. Y eso, para ti es una necesidad básica.

Cómo abordar tu reinvención cuando ya no tienes 25… ni falta que hace

Vale, ya tienes claro que no es tarde para reinventarte. Que tienes razones, experiencia, energía (aunque te duelan las rodillas) y una multipotencialidad hambrienta de nuevos retos. 

Pero, ¿cómo se hace eso de cambiar de rumbo sin perder el norte?

Vamos por partes.

Empieza por no llamarlo crisis, mejor di cambio de ciclo

Cuando algo dentro de ti empieza a incomodarse —ese trabajo que ya no te inspira, esa rutina que te queda pequeña, esas ideas nuevas que no se callan— es porque estás cerrando un ciclo.

Los multis funcionamos por ciclos creativos, vitales y profesionales. Y cuando uno termina, no siempre se ve claro qué viene después… pero sí se siente que ya no puedes seguir igual.

Llamar crisis, en sentido negativo, a ese momento es injusto. Porque no estás rompiéndote, estás evolucionando. Cambiar no significa que lo anterior fuera un error.

Los retos reales 

Cambiar de rumbo no es todo inspiración y playlists motivacionales. También hay baches, miedos, noches de insomnio y comentarios desafortunados en cenas familiares.

Pero, si los ves venir, los puedes gestionar mejor. Aquí van los más comunes:

1. La incertidumbre emocional y mental

Reinventarte implica moverte en tierra nueva. Y eso activa inseguridades, dudas, miedo al rechazo, miedo a no estar “a la altura”. Todo muy humano y muy real pero, también, manejable.

Rodéate de gente que entienda tu proceso. Y recuerda: no necesitas tenerlo todo claro para empezar a andar.

2. El juicio externo

Algunas personas no van a entender tu decisión. Incluso gente que te quiere mucho puede soltar frases como “¿otra vez?” o “yo a tu edad ya estaba asentado”.

Lo importante no es convencer a nadie. Es explicarte lo justo y proteger tu energía para no apagar tu impulso por complacer.

3. El factor económico

Sí, este es uno de los grandes frenos. Cambiar de rumbo puede implicar menos ingresos al principio, o dejar un trabajo seguro para probar algo nuevo.

Planifica con cabeza: crea un colchón, prueba cosas en paralelo sin dejar tu trabajo, ajusta gastos temporalmente si puedes. También recuerda que a veces el coste de no moverse es más alto que el de asumir un riesgo.

4. La parálisis por análisis

Clásico multipotencial: tienes tantas ideas que no sabes por cuál empezar… y acabas paralizado/a. O te obsesionas con tenerlo todo perfecto antes de dar un paso.

Empieza en pequeño. Haz un prototipo de cambio: una colaboración, un curso, una proyecto en beta. Lo importante no es que sea definitivo, sino que te dé feedback real.

Claves para una reinvención inteligente 

Vale, ya hemos hablado de lo que cuesta. Ahora hablemos de lo que ayuda. Porque cambiar de rumbo no tiene que ser una odisea épica. Puede ser un proceso orgánico si usas tus recursos bien.

Aquí van cuatro claves prácticas para hacerlo con cabeza:

1. Encuentra tu hilo conductor

No tienes que elegir una sola cosa. Pero sí necesitas entender qué conecta tus distintas pasiones y experiencias. ¿Qué necesidad común hay detrás de todo lo que te mueve? ¿Qué problema sueles querer resolver, aunque cambies de forma?

Ejemplos de hilos conductores: “hacer accesible lo complejo”, “acompañar procesos de cambio”, “crear experiencias estéticas con propósito”, “unir tecnología y bienestar”.

Una vez lo identifiques, puedes enfocar mejor tus próximos pasos sin sentir que estás abandonando partes de ti.

2. Piensa en integración, no en abandono

No se trata de desechar lo anterior, sino de aprovecharlo. ¿Qué habilidades puedes arrastrar al nuevo terreno? ¿Qué contactos, herramientas, conocimientos pueden facilitarte el cambio?

Haz una lista de todo lo que ya tienes en tu “caja de herramientas” y piensa cómo lo puedes aplicar o adaptar a lo que viene.

3. Plantea experimentos en lugar de planes cerrados

Evita las decisiones todo-o-nada. No hace falta dejarlo todo para probar algo nuevo. Puedes hacer mini-experimentos: un curso, un voluntariado, una colaboración, una cuenta paralela donde explorar tu nuevo perfil.

Testea sin exigirte resultados inmediatos. Solo necesitas detectar que vas por buen camino.

4. Cuenta bien tu cambio

Una de las cosas más difíciles para los multipotenciales no es cambiar, sino contar que están cambiando. ¿Cómo explicas a tu entorno, a tus clientes, a LinkedIn que ahora haces otra cosa?

Prepara una pequeña narrativa coherente, que integre tu pasado y tu presente. Ejemplo: “Después de 15 años trabajando en diseño, me especializo ahora en estrategias de comunicación visual para organizaciones de impacto social. Integro mi experiencia creativa con mi vocación por los proyectos transformadores.”

Más que en convencer, piensa en cómo conectar.

No siempre es un salto. A veces es solo avanzar

Reinventarse no siempre se siente épico. Pero sí se siente inevitable cuando estás en ese punto donde lo que fuiste ya no te sirve, y lo que viene aún no tiene nombre. Ahí es donde empieza la reinvención de verdad. 

Y no, no es fácil. Cambiar de ciclo con 35, 45 o 58 años puede remover y dejarte en pausa. Pero no porque sea tarde. Sino porque es un cambio real. Porque lo estás haciendo con conciencia, con memoria, con una historia detrás.

No idealices el cambio. Pero tampoco lo sufras más de la cuenta. Basta con reconocerlo. Y dar ese paso que, en el fondo, sabes que te vendría bien dar.

¿Has cambiado de rumbo después de los 35? ¿50? ¿Más? Cuéntanos en los comentarios o en redes. Porque inspirar a otros también puede ser parte de la reinvención.

Más lecturas frescas para mentes curiosas como la tuya...

2 comentarios en “¿Soy demasiado mayor para reinventarme?”

  1. Soy yo! Un multifacético de esos 😛
    Me siento retratado en todo y encima llego a vosotras justo el día que he dejado mi trabajo, he dejado de fumar, he hecho mi primer vídeo de TikTok y no tengo ni idea de lo que pasará mañana.
    Gran iniciativa la vuestra, os seguiré de cerca si no me despisto 🫢
    Ña ir

    1. Belén López

      ¡Salva!!!!! ¡Bienvenido al club!

      ¿Todo eso en un día?!!! 😱

      Pues mañana será otro día y tú encontrarás mil cosas que se te den bien porque eso es lo que somos los multis.

      No te despistes por favor. Descárgate la guía gratis Ikigai para multipotenciales que ya verás que te va a dar mucha claridad y así también te suscribes a nuestra newsletter que mandamos muchos correos interesantes.

      Oye, ¿cuál es tu Tik Tok? jajajjaaj así le damos like a tu primer vídeo.

      Un súper abrazo,

      Sara y Belén

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cinco × uno =

Únete a la comunidad de los que nadamos en más de una dirección

¿Y qué me llevo yo a cambio?

  • Un correo semanal con consejos, recursos e inspiración para que explores tus múltiples intereses  y todo tu potencial.
  • Y también «Ikigai para multipotenciales». La guía definitiva para que entiendas que cualquier método para encontrar tu propósito es válido si lo adaptas a tu multipotencialidad. 
Ipad. Ikigai para multipotenciales

Quiero mi guía
"Ikigai para multipotenciales"

Scroll al inicio
The Octopus Job
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.