¿Llevas toda la vida aprendiendo, pero sientes que no eres realmente experto en nada? Felicidades: oficialmente eres víctima del síndrome del impostor multipotencial.
Desde el cole te han enseñado que el éxito viene con años de experiencia en una única cosa, con títulos oficiales y un camino profesional recto como una autopista. Y claro, cuando te mueves entre diferentes intereses, cuando aprendes a base de curiosidad y pruebas, el modelo tradicional de «experto» no encaja contigo.
Esa vocecita chunga en tu cabeza que te dice “un día alguien se dará cuenta de que no tienes ni repajolera idea de lo que haces” no es una realidad objetiva, es un parásito mental que se alimenta de dudas y expectativas ajenas.
Y ahí es cuando el síndrome del impostor en versión multipotencial ataca con su artillería pesada:
- “Si sé un poco de todo… ¿significa que no sé nada de verdad?”
- “Me gusta hacer esto, pero no tengo un título que lo valide. ¿Cómo voy a decir que soy bueno en ello?”
- “Sí, la gente me pide ayuda con este tema, pero seguro que hay alguien más cualificado que yo.”
A ver, párate, ¡stop! ¿Te das cuenta de la trampa? Si supieras poco, ni siquiera te harías estas preguntas. La duda es la prueba de que sabes.
Si alguna vez has sentido que te han dado más crédito del que crees merecer, que en cualquier momento alguien va a desenmascararte o que todo lo que sabes “no vale” porque lo has aprendido por ti mismo/a, sigue leyendo que puede que te venga bien.
¿Por qué los multipotenciales sufren más el síndrome del impostor?
Si los multipotenciales tuviéramos un lema oficial, probablemente sería algo así como: “No es para tanto, de verdad, solo sé lo básico” 🥺
Y claro, con ese mantra rondando nuestra cabeza, el síndrome del impostor se frota las manos y nos susurra al oído: “¿De verdad crees que puedes decir que sabes de esto? Seguro que hay alguien mejor que tú”.
Pero vamos a desmontar esa trampa. Porque sí, el síndrome del impostor nos machaca más que a otros. Y aquí van las razones:
Hemos probado de todo, pero no nos sentimos expertos en nada
Tienes una lista de habilidades y experiencias que dejaría temblando a cualquier persona de RRHH… Pero en lugar de sentirte renacentista, te sientes como una estafa.
- Has hecho ilustración digital, pero nunca has vendido un cuadro.
- Programaste una web, pero no eres un ingeniero de software.
- Has trabajado en marketing, pero no tienes un máster en publicidad.
Cada vez que intentas decir “sé de esto”, tu cerebro te frena con un “sí, pero no lo suficiente”.
Lo gracioso es que, si hubieras hecho lo mismo en un solo campo, ya te considerarías un experto. Pero como has repartido tus horas de aprendizaje entre varios temas, sientes que nunca has profundizado lo suficiente en ninguno.
La sociedad premia la especialización (y castiga la exploración)
En nuestro ebook “No me da la vida” te explicamos que esta hiperespecialización se acentúa con la Guerra Fría y la carrera espacial. Los especialistas, los técnicos estaban muy cotizados y lo seguimos arrastrando.
Desde peques nos han dicho que tenemos que elegir un camino. Que quien mucho abarca, poco aprieta. Que lo importante es la constancia y la especialización.
Y tú, mientras tanto, has ido cambiando de intereses como quien cambia de serie en Netflix.
El problema no es que no sepas lo suficiente, sino que el mundo está diseñado para que dudes de tu valor si no encajas en el molde de “experto” tradicional.
Piénsalo:
- Un especialista que lleva 10 años haciendo lo mismo es visto como un referente.
- Un multipotencial que ha aprendido de 10 áreas diferentes en ese mismo tiempo es visto como alguien “que no sabe lo que quiere”.
No es que uno sepa más que el otro. Es que la sociedad ha decidido que solo hay una manera válida de demostrar conocimiento. Y adivina qué: no es cierto.
La trampa del “no tengo títulos ni certificaciones en esto, así que no soy realmente bueno”
No te decimos que te pongas a operar sin ser médico ni a dar consejitos de salud mental sin haber estudiado psicología.
Pero, si cada vez que quieres hablar sobre algo que se te da bien sientes que necesitas un título que lo valide, apaga y vámonos.
¿Te imaginas a Da Vinci preguntándose si realmente podía llamarse artista porque no había ido a Bellas Artes?
¿O a alguien pidiéndole a Steve Jobs su máster en desarrollo de software antes de creerle?
Pero, claro, si eres multipotencial y has aprendido algo por ti mismo/a, te da la sensación de que “no cuenta”.
- Si has hecho fotografía durante 5 años, pero sin una escuela de por medio, sientes que no puedes llamarte fotógrafo.
- Si has trabajado en marketing digital pero nunca hiciste un curso oficial, te preguntas si realmente puedes decir que eres bueno en ello.
Tu conocimiento vale, aunque no tenga un diploma estampado encima.
La sensación de que “en comparación con especialistas, yo sé muy poco”
Otra joya del síndrome del impostor multipotencial: compararnos con el modelo de “experto tradicional” y sentir que no damos la talla.
No importa cuánto sepas sobre un tema, siempre habrá alguien que haya dedicado más tiempo exclusivamente a eso, y es ahí cuando entramos en pánico.
«Sí, he aprendido mucho sobre esto, pero no tengo el mismo nivel que alguien que lleva 10 años trabajando solo en ello.»
ERROR. Los multipotenciales no funcionamos por la vía de la especialización, sino por la capacidad de conectar conocimientos, adaptarnos y ver oportunidades donde otros ven límites.
Si te obsesionas con compararte con especialistas, siempre saldrás perdiendo en su terreno. Pero es que ese nunca ha sido tu terreno.
El mundo no se divide en «expertos o impostores». Hay una enorme cantidad de personas aportando valor desde conocimientos transversales, combinando experiencias y generando ideas desde múltiples enfoques.
La realidad: Lo que ves como debilidad es tu mayor fortaleza
Si ser multipotencial fuera realmente un problema, Leonardo da Vinci habría terminado vendiendo cuadros en una esquina mientras le decían: “Chico, Leo, céntrate en algo”. Pero no, resulta que saber de muchas cosas no solo es útil, sino que históricamente ha contribuido a cambiar el mundo.
Si las sociedades solo funcionaran con especialistas, seguiríamos usando fuego y piedras. Porque sí, hace falta expertos, pero las grandes ideas también nacen de quienes combinan o manejan varios conocimientos.
¿Saber de todo un poco es malo? Díselo a la historia
La creatividad y la adaptabilidad no nacen de saber mucho sobre una sola cosa, sino de poder relacionar ideas, cuestionar lo establecido y aplicar soluciones inesperadas en diferentes contextos.
Si lo dudas, echa un vistazo a ejemplos como los de Maya Angelou: poeta, activista, cantante, actriz, directora. No se quedó en una sola faceta y su impacto fue enorme.
Ya hemos hablado del amigo Leo o de Steve Jobs, o podríamos nombrarte a David Bowie.
Pero, si quieres conocer a alguno mas, te invitamos a leer nuestro articulo del blog “Famosos Multipotenciales”
Ninguno de ellos fue el mayor experto en un solo campo, pero fueron capaces de ver conexiones donde otros no las veían y de llevar sus ideas a otro nivel.
El mundo también necesita a quienes pueden conectar los puntos, saltar entre disciplinas y pensar de manera diferente.
La especialización no es la única forma de éxito
Muchos hemos interiorizado que solo hay una manera proceder para ser alguien en la vida: ser el mejor en una sola cosa.
Pero mientras unos se pasan 20 años puliendo un solo talento, tú ya has explorado cinco, te has reinventado tres veces y has encontrado soluciones que ellos ni imaginaban.
No te hace falta una etiqueta concreta para aportar valor. Lo que te hace diferente es probablemente lo que el mundo necesita.
Así que, la próxima vez que pienses que “deberías haberte especializado en algo”, recuerda: algunos barcos navegan mejor siguiendo el curso del río pero otros están hechos para explorar océanos. Y tú ya llevas un mapa de corrientes en la cabeza.»
Cómo combatir el síndrome del impostor si eres multipotencial
El síndrome del impostor no se va solo. No se disuelve con el tiempo ni desaparece cuando alcanzas cierto nivel de conocimiento. Si no le cantas las cuarenta, siempre encontrará una excusa para decirte que no eres lo suficientemente bueno.
Así que, en lugar de esperar a que se canse (que no lo hará), vamos a desmontarlo pieza por pieza.
Haz una lista de tus logros y conocimientos
La mente es traicionera. Siempre recuerda lo que nos falta, pero pocas veces nos recuerda todo lo que ya sabemos.
Si te pregunto qué sabes hacer, probablemente me dirás “bueno, un poco de esto y un poco de aquello… pero nada serio”.
Mentira.
Has aprendido, has aplicado, has experimentado. El problema es que no lo tienes delante de los ojos.
Haz una lista de TODO lo que has aprendido, probado o trabajado en tu vida. No solo lo “profesional”, sino cualquier habilidad que tengas, por más absurda que parezca.
- ¿Has aprendido a editar vídeos por tu cuenta? Va en la lista.
- ¿Sabes cómo gestionar redes sociales sin haber hecho un curso? También.
- ¿Has organizado eventos, aunque sea sin título oficial? Súmalo.
Cuando termines, tendrás un mapa de habilidades que demuestra que has construido una experiencia real, aunque no se parezca al currículum tradicional.
Acepta tu propio camino de aprendizaje
Solo es válido lo aprendido si tienes un título que lo certifique. Y si no, “no cuenta”. Por suerte el mundo real no funciona siempre así.
Cada vez más empresas buscan gente que sepa resolver problemas, no que tenga un diploma con su nombre. La gente contrata a quien sabe hacer las cosas, no a quien pasó más años sentado en una clase.
Así que, si tu aprendizaje ha sido caótico, autodidacta, a base de ensayo y error… bienvenido al club.
Lo importante no es cómo has aprendido, sino lo que puedes hacer con lo que sabes.
Cambia el disco rayado
Si cada vez que quieres aplicar a un trabajo o lanzar un proyecto tu cabeza dice: “No sé lo suficiente”, prueba con esto:
- En lugar de “No sé lo suficiente”, valora: “Tengo una perspectiva única que otros no tienen”.
- En lugar de “Soy un fraude”, piensa: “Mi conocimiento es real, aunque haya llegado a él de otra manera”.
- En lugar de “Seguro que hay alguien más cualificado”, reconoce: “Puedo aportar algo valioso desde un ángulo que no otros no ven”.
No estamos en nuestro momento “hierbas”, lo que te decimos es podemos ver las cosas desde otro punto de vista y soltar miedos sin fundamento.
Para ir terminando
Si has llegado hasta aquí esperando una revelación cósmica que te confirme que no eres un fraude, aquí la tienes: no lo eres.
El problema nunca ha sido que sepas “poco de todo”. El problema es que vivimos en un mundo que solo valora el conocimiento cuando viene en un paquete bonito, con un diploma y un camino predecible.
Pero ser multipotencial no significa ser un impostor. Significa ser un explorar. Significa aprender con curiosidad, mezclar ideas, conectar puntos. Significa que, aunque no encajes en la definición tradicional de “experto”, tienes un valor inmenso.
Y aquí va el dato que nadie te dice: el futuro no pertenece solo a los especialistas, también a quienes saben adaptarse, innovar y pensar diferente.
Así que la próxima vez que el síndrome del impostor intente colarse en tu cabeza, acuérdate de esto: no estás aquí para seguir el camino de otros, sino para crear el tuyo.
Si este artículo te ha resonado, cuéntanos tu experiencia en la comunidad. Vamos a desmontar juntos el mito de que solo los especialistas valen.